Los disparos no cesaron durante toda la noche...
Año 2003, era Semana Santa. Tradición, comercio, viajes y oportunidades.
Dice Ramón que la primera noche que llego a Caracas, caminó como 8 kilómetros rumbo a un barrio que se llama "Pinto Salinas", escalera arriba, donde vivía el hermano mayor del Caraqueño.
El "Caraqueño" decía que en estas fechas se hace mucho dinero. Que tan solo en tres días te ganas dinero para un mes. Viendo la oportunidad que se presentaba en momento de crisis. Ramón accede a tan tentativa propuesta, y se embarca rumbo a Caracas con 15 bolívares que le prestó su tío. Muy emocionado se despide de su esposa y su hijo y sale con su bolso rumbo a Caracas con su amigo "El Caraqueño".
Antes de subir hay que comprar cigarrillos. Decía el caraqueño que sin cigarros no podían subir. Aunque Ramón no fumaba le pasa dos por si le pedían a el. Era la cuota de peaje para pasar ciertas alcabalas que acostumbran en cada sector o rejas que se abren y se cierran a medida que comienzas a subir cerro arriba.
Efectivamente, sale el primero:
"Epa broder, ¿pa donde van ustedes por ahí?.
Dame un cigarro...
Tranquilo mi pana, toma uno, vamos pa arriba, pa la "cancha".
Dale pues, Pero mucho cuidado.
Y este quién es?.
Tranquilo, este anda conmigo.
ok, dale...
Y así, una tras otra a medida que subían, habían como cuatro alcabalas hasta que llegaron a la cancha donde vivía su hermano. Recuerda Ramón que habían dos carros en medio de la cancha abandonados y totalmente desvalijado... La casa donde llegamos tenia en la puerta varios huecos producto de impacto de balas, era una casa de cuatro pisos como especie de un laberinto hacia abajo.
Los recibió el hermano mayor con mucho cariño y asombro. Y eso ustedes por ahí, a esta hora, eran casi las 10 de la noche...Bien cansados y con hambre le colocan una colchoneta en medio de la pequeña sala de la casa, y como sucede siempre cuando amaneces fuera de casa que casi nunca se duerme.
Los disparos no cesaron durante toda la noche. Era como si se comunicarán por medios de cada uno, como una marcha, un dialogo de sector, un cantar de gallos, un contrapunteo...
Y sucede algo que pasa solo cuando tú has pasado la barrera del peligro, sin darte cuenta, el peligro te ciega y te hace ser y estar en un lugar.
La Existencia es la única que te despierta con los ojos abiertos... A eso de las tres de la mañana cuando has descansado algo, aunque no duermas por los disparos, y te preguntas: ¿que hago yo aquí?¿que hago yo aquí?. Y la pregunta retumba en la mente como una señal de alerta.
Era como si quisiera despertar de una pesadilla, cerraba los ojos para suponer que estaba soñando y que cuando los abriera, despertaría en casa. Pero no era así, cada disparo te decía que estabas en un sala de una casa kilómetros arriba en un cerro de Caracas, sin ninguna posibilidad de salir de allí por medio propio. Ni pretender llamar a alguien que te valla a buscar. Eres tu y tu realidad, aquí y ahora...
Fue una noche eterna. Acostado boca arriba, mirando el techo, escuchando cada disparo, deseando que amanezca rápido, cuyo tiempo también era cómplice de dicha experiencia.
Las horas pasaron lentamente, nunca había reflexionado tanto como aquella noche, toda su vida pasaba por su mente en un segundo, hasta que llegó la mañana...
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