El Vidente...

Era el tercer día en caracas...  

Muy entusiasmado Ramón y el caraqueño se van a trabajar hasta el anochecer.

Era viernes santo, las venta eran buenas, pero había demasiados buhoneros vendiendo lo mismo. Era la ley del más fuerte, del más ágil en la lisonja.

Las horas pasaron lentamente, y las ventas un poco pesadas. Y me dije a mi mismo: Mira Ramón, vas a tener que hacer un esfuerzo extra para poder hacer algo de ganancias, ya que mañana tienes que regresar de nuevo a tu pueblo con tu familia, que te esperan con algo de dinero. Así que, a moverse...


Cuenta Ramón que como a las 5:30 de la tarde, sucedió algo impresionante. 

En una de las rotaciones del lugar para movilizar las ventas.

 Aparece una señora  de esas que la Fe les brota por todas partes. La superstición, la hechicería y la ignorancia se conjugan en una misma persona. Era una devota...

Cuando ella pasa frente al puesto donde estaba Ramón; Se le rompe una cadena de un angelito que cargaba en el cuello.

Según ella, se la habían regalado unos amigos hacia muchos años, la cual ella le tenia mucha devoción, porque no era cualquier regalo, era como un mántra, una protección, algo que ella quería mucho.

 Rápidamente me miró con sus ojos fijos, no como quien mira la presa sino como anhelando saber quien era, quién había roto su protección o su maleficio. 

 Inmediatamente al verla sorprendida,  le ofrecí los carbones, la mirra y el estoraque que tenia bastante por las ventas pesadas del día.

Le dije: aproveche que todavía me queda bastante y ya la tradición se termina... 

"Un Vidente, Un vidente". Exclamó...

Señalándome con el dedo y gritando con vehemencia y temor seguía diciendo: 

"Un vidente, un vidente... 

Rápidamente me toma de la mano y me dice que le diga el futuro.

 La gente se concentró en el lugar, alrededor como si se tratara del mismo Jesucristo. Algo extraño estaba pasando en el lugar, la cadena se le había roto a la señora y era según ella por el Vidente que lo tenia en frente...

"Un vidente, un vidente". repetía...

Yo aprovechando la oportunidad les volví a ofrecer los carbones para prender la mirra y el estoraque. Y a su vez, preparando las palabras para decirle a la señora su futuro... 

Las primeras cinco devotas que se congregaron compraron inmediatamente.

 Esto me animó mucho más y comencé a declarar bendiciones para todos los que compraban. Dios les bendiga, Dios les bendiga...

La señora comienza a decirme que sufría de una enfermedad en los huesos y que le daban muchas dolencias en la espalda...

Yo le dije inmediatamente: No se preocupe señora. ¿Usted cree en Dios?.

 Ella dijo: Si

¿Usted cree que Dios la puede sanar?

Si. Respondió con certeza. 

Al momento le dije que se agachara, que ya no tenia nada.

 La señora obedientemente lo hizo, se agachó delante de la gente que miraba extrañada pero con fe.  Y testificó:  De verdad, Ya no me duele nada. Es usted un profeta, Un vidente, estoy sana, Gracias a Dios y a usted que me ha sanado... 

Le dije que fue Dios quién la había sanado y su fe inmensa...

 Luego me pregunta: ¿ De dónde es usted ?

De Yaracuy. Dije con firmeza. 

¿Usted es brujo?. ¿Usted es brujo?. Me preguntó con emoción... 

No, no soy brujo. Soy de Yaracuy y no soy brujo y nunca he ido a Sorte..

Si, pero tiene el don en la sangre... me dijo,  

Se le ve en su aura, entonces es usted un vidente... 

Yo no se si soy vidente, pero le digo una cosa. 

Dios la bendiga grandemente y la sane. Y la haga una mujer de bien, perdone a sus seres queridos y ame mucho...

A estas palabras, comenzó a llorar como una niña, Y me abrazó fuertemente. 

La gente seguía mirando como siempre lo que sucedía. 

Me dijo: Gracias por esas palabras, mi enfermedad es la falta de perdón a mis hijas, pero ya estoy curada, y voy el domingo a Charallave a buscar a mis hijas para pedirles perdón...

Valla y perdone. le dije. 

Y añadí: "Muchas enfermedades que padecen la gente es por la falta de perdón, tienen raíces de amarguras que brotan en cáncer, estrés y ulceras, viven amargados con todo el mundo y con ellos mismos. No permiten que nadie se les acerque. Están atados en sus propios odios, y viven enconados. Solo por la falta de perdón. Les cuesta perdonar... El Perdón libera el alma, hace que fruya nuevamente la vida, el amor, la sonrisa. Ese es el perdón." 

Lo cierto es que ella se quedó un buen rato ayudándome a vender y contándome parte de su experiencia. Y compró una buena parte como agradecimiento a su liberación...

Luego de este momento inefable, sucedió algo que tampoco me lo esperaba... La inseguridad reina en todas partes... Dentro de los mirones, había alguien que miraba no el milagro, sino el dinero de las ventas que se hacían en cada momento, este tenia su fe en otra cosa. Esperó hasta que se fuera casi todo el mundo y atacó...

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