Un único acontecimiento para todos...


El dolor, la impotencia, la rabia, originada por la muerte, impregna una fuerza espiritual mayor a la que puede infringir cualquier otra fuerza física a sus allegados, esta fuerza es producida por el estado emocional donde se encuentra la masa, un estado de rabia, de tristeza, dolor y  llanto; que se conjugan en torno al fallecido, y mas se profundizan cuando este no tenia aparentemente motivos para morir, era solo un joven, con una vida por delante.

 Este tipo de fuerza producida por este tipo de muerte, es mucho mas dolorosa, se siente en el ambiente, se oscurece el sol, se opaca el día, se crujen los dientes, se aprietan los puños, se compunge el pecho, se tiembla de impotencia, …¡por qué te fuiste!...¡ por qué tubo que ser así!... ¡no merecía morir!, son preguntas que surgen como respuestas a tanta impotencia, a tanta rabia, vienen a dar respuestas cuando ni siquiera hay culpables, solo la muerte es culpable de tan horrendo dolor, dolor que cuesta para curarse, dolor que grita en el ambiente, dolor que se convierte en resignación no resignable, y que termina convirtiéndose finalmente en una fiesta, pero no cualquier tipo de fiesta, sino una fiesta que nace desde el dolor. 

 Música, licor, amigos, familiares. Se dan cita cada uno sin invitación, de manera espontánea, se va formando la reunión que va transcurriendo poco a poco, con recuerdos, comentarios, anécdotas, chistes, vivencias, travesuras, aventuras, declaraciones, memorias, todas estas acompañados de música, comida, licor, esperando pacientemente la hora final, el tiempo pasa lentamente, como dando tiempo de todos hayan hablado y cada uno pronuncie algún comentario.

 Este tiempo se detiene y se encarga que toda la vida del fallecido sea reflejada, cuando ya se acerca la hora, no habrá cesado el rito, ya que la hora del entierro, representa en sí mismo, el mayor y espantoso, natural,  de todos los ritos  del hombre. Es un rito de entrega, no de cualquier entrega, se trata de un ser humano, es una entrega en contra de la voluntad del hombre, de la cual tampoco puede renunciar, todos se oponen, pero todos lo entierran, todos participan de este rito, enterrando todo con el, enviando mensajes al más allá, de donde nunca regresara, y resignándose que en cualquier momento también le tocara emprender ese viaje.

 Culmina el rito de entrega y cada uno vuelve a su casa con ese vacío que deja la entrega misma, algo de cada quien se fue en el muerto, y algo del muerto quedo en cada quien, ese algo que deja,  pasa a ser lo mas valioso para la masa, ese algo se transforma en medicina para calmar el dolor, ese algo transforma, cambia, inspira e impulsa a seguir, a no desmayar, a seguir caminando, en busca de algo que le de sentido a ese vacío que se fue con el muerto, y ese algo solo se encuentra en qué palabras me dejó...

Un abismo llama a otro abismo a la voz de su cascada...

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