El Velorio

Había mucha gente, 
Uno de sus hermanos pronunció las palabras para despedirlo.

Yacía dentro de su ataud, 
solo dos mujeres no dejaban de hablar e interrumpir su memoria.

Su madre,
su madre no dejaba de llorar, 
era su primer hijo muerto, 
el mayor de todos. 

Cuando me vió, 
me abrazó y me dijo como había sucedido todo.

Había llegado temprano, 
se sentó, 
comió sus empanadas como siempre, 
y ahí mismo le dió el trancaso.

Un infarto fulminante había acabado con su vida.

La acompañé en la caravana fúnebre, 
tratando de consolarla.

La siguiente mañana fuí a su casa, 
para ver como seguía, 
-quiere comerse algo- me dijo.

No gracias, solo pasé para ver como estaba.

Quiere algún jugo o café.

No, no quiero nada. 

Al rato bajo su hijo del apartamento, vivíto y coleando,
rejuvenecido, recién bañado...

Quise salir de allí rapidamente, 
pero algo me detuvo.

No podía salir de allí sin orar por él, 
aunque hubiese estado en su velorio. 
Pero así lo hice, 
bajó las escaleras, 
lo sentamos frente a su madre, 
y oramos por él.

Había vuelto a nacer, 
era otro en el cuerpo de su hijo, 
el velorio nunca había pasado. 
Solo era un aviso...

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